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The other day I was talking to a friend who is deep in grief after losing her beloved. “I’m tired of the sermons I’ve heard lately about hope – telling me to hope. I am not there, and it’s not helping.”

One of the central messages of Christ’s birth is definitely HOPE. Her lament also made sense to me because I know how much she is grieving. What I also know about her grieving is that she is, in fact, very hopeful. Grief and the work of grieving is work grounded in hope.

Every Christmas we are called into the depths of the Good News of Jesus’ birth. The astonishing truth of Emmanuel – God is among us – not as an abstract idea but in the flesh.

God coming to be among us is a wonderous and complex invitation into HOPE as an active way of life and not a passive posture. 

Jesus’ birth celebrates the wonderous and complex gift of our humanness – the ways in which our desires can be the source of hope for others as well as ourselves. The child lying in a manger inspires hope activated through tenderness, love, compassion, and nurture. Mary’s arms around her newborn child are what hope looks like: tending actively to Emmanuel – God among us.

The gift we receive at Christmas: the good news of Emmanuel is the very real opportunity to choose to live in ways that give hope and reflect hope. Even now, God walks with us in tangible and mysterious ways that call us to carry out God’s mission with hope. We know that hope is not something we pray to have showered upon us in passivity. Hope comes alive whenever we engage with our hearts to serve God in one another…whenever we move with compassion to tend to the vulnerable. Sometimes, like my friend, the vulnerable thing needing tending is one’s own heart. This is what hope looks like. 

May our hope this Christmas be like Mary’s arms around her baby: tender, attentive, and loving. 

Merry Christmas!


Mensaje de Navidad de la Obispa Akiyama

El otro día estaba hablando con una amiga que, después de haber perdido a su ser amado, se encuentra profundamente afligida “Estoy cansada de los sermones que he escuchado últimamente sobre la esperanza, diciéndome que tenga esperanza. No me encuentro allí y no me sirve de nada”.

Uno de los mensajes centrales del nacimiento de Cristo es definitivamente la ESPERANZA. El llanto por su pérdida, también tiene sentido para mí porque sé cuánto le duele. Lo que también sé sobre su duelo es que, de hecho, tiene mucha esperanza. El duelo y el trabajo del duelo es un trabajo basado en la esperanza.

Cada Navidad somos llamados a las profundidades de la Buena Nueva del nacimiento de Jesús. La verdad asombrosa de Emmanuel – Dios está entre nosotros – no como una idea abstracta, sino que está encarnada.

Dios que viene y está entre nosotros es una maravillosa y compleja invitación a la ESPERANZA como una forma de vida activa, y no como una postura pasiva.

El nacimiento de Jesús celebra el regalo maravilloso y complejo de nuestra humanidad: las formas en que nuestros deseos pueden ser fuente de esperanza para los demás y para nosotros mismos. El niño acostado en un pesebre inspira esperanza que se activa a través de la ternura, el amor, la compasión y el cuidado. Los brazos de María alrededor de su hijo recién nacido es lo que se parece a la esperanza: ocupándose activamente de Emmanuel, Dios entre nosotros.

El regalo que recibimos en la Navidad: la buena noticia de Emmanuel es la oportunidad muy real de elegir vivir en formas que dan y reflejan esperanza. Incluso ahora, Dios camina con nosotros de maneras tangibles y misteriosas que nos llaman a llevar a cabo la misión de Dios con esperanza. Sabemos que la esperanza no es algo por lo que rezamos para que se derrame sobre nosotros de una forma pasiva. La esperanza cobra vida cada vez que nos comprometemos con nuestros corazones para servir a Dios en unos y otros… cada vez que nos movemos con compasión para atender a los vulnerables. A veces, como mi amiga, lo vulnerable es el propio corazón, que necesita atención. Así es como se ve la esperanza.

Que nuestra esperanza en esta Navidad sea como los brazos de María alrededor de su bebé: tierna, atenta y amorosa.

¡Feliz navidad!